En los suelos fríos del hemisferio norte se desarrolla la rhodiola rosea. Pertenece a la familia de las crasuláceas, y puede encontrarse en los Alpes, el Himalaya, los Pirineos y los Cárpatos, principalmente en las montañas rocosas. Su mantenimiento simple la convierte en una gran opción para quienes se inician en la botánica. Su atractivo no se limita a su hermosa apariencia, sino en sus cualidades medicinales.
Sus características de la Rhodiola
La rhodiola es un ejemplar herbáceo que puede alcanzar una altura de 20 a 30 centímetros. Sus rizomas tienen apariencia de rueca y van ganando grosor en la parte alta. Allí desarrollará unas breves raíces y tallos tubulares, rollizos y firmes. Aunque carecen de ramificaciones, sus folios se agrupan en torno a ellos en forma de caracol. Por lo general miden entre 0,7 y 3,5 centímetros de extensión, por 0,5-1,8 centímetros de ancho. Tienen mayores proporciones que aquellos de la parte superior del tallo.
Vale decir también que presentan formas diferentes, acorde a su hábitat. Por ejemplo, en la zona meridional los folios son más alargados y menos anchos. En cambio en la región norteña, folios son breves y anchos. Eso sí, suelen ser blanquecinos, carentes de vellos con sus bordes enteros o ligeramente dentado.
Flores y fruto
La rhodiola es dioica, así que cuenta con pies hembra y macho. En raras ocasiones se hallan pies hermafroditas. Se distinguen los masculinos por su notoria vigorosidad. Florecen entre junio y agosto, y su inflorescencia es tetrámera (cuatro piezas), compacta y terminal. Tienen un matiz pajizo o naranja, mientras que las hembras son purpúreas, casi negruzcas. Su fruto posee cuatro folículos carmesí con una longitud de 6 a 12 milímetros. Posee diminutas semillas pardas y largas, con un máximo de 1.5 milímetros.
Cuando los frutos están maduros, tallos y folios adquieren un tinte rosado y se marchitan. Solo quedarán los brotes en las raíces, con ellas la rhodiola se renovará en la próxima primavera. Si se encuentra en mal estado, la planta transmitirá una fragancia similar a las rosas.
¿Cómo se cultiva la rhodiola?
La rhodiola puede estar a cielo abierto, a sombra parcial o en zonas más luminosas. Sin embargo, si está a pleno sol en los días más calurosos habrá que aumentar la cantidad y periodicidad de los riegos, puesto que demanda altos niveles de agua. Se precisarían entre dos y tres riegos semanales durante el verano.
Lo idóneo será proveerle de una tierra arcillosa que incluya fertilizante orgánico. Puede ser pedregosa, con una acidez neutra. Conviene señalar que muestra una amplia resistencia de cara a las bajas temperaturas, incluso soporta -30ºC. En contraposición, los ambientes calurosos le son muy perjudiciales.
Puede tolerar también la salinidad, sequías moderadas, vientos o suelos empobrecidos. Es posible prescindir de la poda, en cambio las labores de mantenimiento será remover los folios marchitos o maltrechos.
Reproducción de la Rhodiola
A la rhodiola se le puede propagar a través de semillas. La plantación se realiza en fechas otoñales, se nivela de antemano la capa más superficial de la tierra. Se colocan las semillas con 15 centímetros de distancia entre ellas. Luego se presionan suavemente, permitiendo que la tierra las cubra. Es necesario que se haga cuando el ambiente sea templado para favorecer la gradación. A finales de enero se ponen en remojo por 24 horas dentro de un estimulante.
A continuación se envuelven con una gasa humedecida y se dejan en el frigorífico por un máximo de 45 días. Cuidando que la temperatura no supere los 4ºC. Vale la pena revisar que la gasa conserve la humedad. En marzo estarán listas para sembrarse en un semillero cubierto con plástico o vidrio. Se trasplantan a zonas abiertas en el mes de junio.
La rhodiola tiene un crecimiento paulatino. Tras germinar, se deberá esperar 1 año para el trasplante. Necesitará que se le aflojen sus hileras y retiren las hojas maltrechas con cuidado. El fertilizante se coloca entre las distintas hileras.
¿A qué enfermedades y plagas es propensa?
La enfermedad que suele afectar más a la rhodiola es la pierna negra. Los ejemplares que corren mayor riesgo son los que exceden los tres años. Si la planta está débil, también podría padecer oídio. El gorgojo blanco es un parásito que acostumbra a causar estragos en ella. Asimismo, el badanova compromete sus rizomas. Para evitarlo, habrá que examinar las raíces de la rhodiola antes de su compra. Empaparla en una solución de manganeso por 15 minutos la sanará.
La zona alta de la rhodiola es la preferida del picudo gorgojo. Estos devorarán a placer sus folios, en consecuencia las hojas se tornarán amarillas. Sus larvas también representan un riesgo porque rodean el tallo para atacarlo.
Usos y beneficios para la salud de la Rhodiola
Además de su empleo como variedad ornamental en patios o tiestos, la rhodiola destaca como planta medicinal. Antiguamente se recurría a ella para potenciar las capacidades físicas, mermar la sensación de fatiga y combatir el vértigo.
Permitía tolerar las inclemencias del tiempo, anemia, esterilidad o incluso como antidepresivo. Los noruegos apelaron a ella para evitar la pérdida de su cabello. Así como frente a casos de quemadura, neumonía, retención de líquidos o escorbuto.
En la actualidad se le usa como anti-estrés o antioxidante. La rhodiola potencia el funcionamiento del aparato cardiovascular al fortalecer los vasos capilares y sanguíneos. Al igual que el desempeño del corazón. Aumenta el desempeño cerebral, para las hemorragias, normaliza los niveles de azúcar en diabéticos.
Tiene cualidades sedantes, estimular el apetito y la actividad tiroidea. En las féminas regula la menstruación, pero también tiene contraindicaciones. No puede ingerirse con problemas de hipertensión, en cuadros febriles, en lactancia o gestación.
Los pequeños que no tengan cumplidos los doce años tampoco deben consumirla. Sin embargo, salvo estas excepciones también puede usarse en la preparación de compotas o ensaladas.
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