Las hierbas o plantas aromáticas son el secreto a voces de la cocina mediterránea y de otros muchos lugares del mundo. Son cultivadas en pequeños y grandes huertos, en jardines e inclusive en macetas dentro de las casas. Sus hojas conceden aroma y sazón a cada plato, con la intensidad que le da la cantidad y la forma en la que son utilizadas: frescas, secas, deshidratadas, crudas o cocidas. Tienen conocidas propiedades digestivas, entre ellas la regulación de los jugos gástricos y la bilis.
Entre las plantas aromáticas más empleadas se encuentran el orégano, el perejil y la menta, pero no son las únicas, la botánica y el uso común se han encargado de mostrar variedad de ellas y clasificarlas en tres grandes grupos: aliáceas, apiáceas y lamiáceas. El primer grupo comprende la cebolla, cebolleta, chalota y ajo, mientras que el segundo hace referencia al perejil, perifollo, hinojo, carvi y angélica. A la familia de las lamiáceas pertenecen la menta, el orégano, la salvia, el tomillo, la mejorana y la melisa
Plantas aromáticas De corte utilitario
La historia de las hierbas y plantas aromáticas está estrechamente ligado a las plantas medicinales, porque fue en ese afán de descubrir sus bondades curativas que se experimentó con sus hojas y resaltó su perfume. Los egipcios fueron quizás los primeros en interesarse en sus beneficios y el conocimiento plasmado en papiros y murales así lo demuestra. Conocimientos que luego viajaron a Grecia y Roma donde se cultivaban en los monasterios, pero con la expansión del arte de la jardinería no tardaron en llegar a Europa y finalmente al resto del mundo. Su siembra era tan preservado como el de los árboles frutales, pues eran utilitarios y no ornamentales. Se comían, servían de remedio y, en ocasiones, eran utilizadas para la preparación de tintes.
Su posterior mezcla con las especies provenientes del Oriente próximo aumentó la variedad y también sus usanzas.
Una de las más grandes ventajas de las plantas aromáticas es que no ocupan gran espacio ni requieren de mucho mantenimiento. Se adaptan a los diversos climas y superficies; se conservan durante largo tiempo y algunas son perennes como el romero, la salvia y el laurel.
El perejil dura dos años y cumple varias fases: da hojas, florece, bota la semilla y muere, lo que garantiza la continuidad de su cultivo. Las más perecederas son la albahaca, el tomate cherry y el eneldo, pues soportan solo una estación.
Plantas aromaticas Listas para el cultivo
Aunque no requieren de mayores cuidados, las plantas aromáticas necesitan condiciones mínimas para su plantación. El sol de la mañana es fundamental para ellas, no obstante el de la tarde tiende a decolorarlas o quemarlas. Subsisten en cualquier tipo de suelo, siempre que tenga un buen drenaje. En cuanto al riego, “ni tan calvo ni con dos pelucas” como reza el refrán popular. Solo se les debe colocar el agua justa para que mantenga húmeda su tierra, sin nada de excesos. Y aunque resisten a todo clima, les sienta mejor el cálido.
A la hora de cultivar plantas aromáticas es vital separar las anuales y bianuales de las perennes, pues tienen requerimientos diferentes de riego y exposición al sol. Juntarlas implicaría desperdiciar algunas de ellas. La albahaca, cilantro, menta, perejil, ruda, ciboulette y valeriana, por ejemplo, ameritan constante regadío. Caso contrario con las plantas de ajedrea, laurel, orégano, azafrán y tomillo, que no exigen tanto liquido.
Para conservarlas vitalizadas es necesario podarlas al menos una vez por año, posterior al período de floración, así como eliminar las flores marchitas y proporcionarles el espacio que vayan requiriendo para no troncar su sano desarrollo. Las plantas aromáticas no son susceptibles a las plagas, sin embargo, de ser utilizados fitoterápicos debe esperarse que pase su efecto para proceder al consumo de la hierba. A esto se le llama período de carencia.
Usos de las plantas aromáticas
Se requerirían decenas de post como éste para hablar de todas las plantas aromáticas que existen y de sus beneficios. No obstante, hay tres que ocupan un sitial de honor por la forma en la que han sido integradas a la medicina natural y a los fogones mundiales. Estas son:
- Albahaca: Sus hojas secas se utilizan principalmente en ensaladas, preparaciones de carnes, pescados y salsas, también acompañando el queso. Esta planta aromática es especial para curar calambres, sinusitis, asma, bronquitis, dolores musculares, tensión nerviosa y enfermedades infecciosas. La infusión preparada con 35 gramos de la planta en un litro de agua puede sanar una indigestión. La albahaca refresca el aliento y es un sedante natural. Solo es contraindicada durante el embarazo y en niños menores de seis años.
- Ajo: Es un excelente depurativo, pues elimina toxinas constantemente. Crudo tiene propiedades antisépticas y bactericidas, disminuye el acido úrico y además sirve de expectorante. También es utilizado de forma externa para desinfectar heridas o picaduras de insectos. Basta con frotar un ajo crudo sobre ellas para favorecer su cicatrización. En la cocina es el rey. Se adapta prácticamente a todos los platillos, desde un pan, pasando por una carne, hasta una sopa.
- Menta: Al aroma, sabor y presencia que aporta a bebidas y alimentos se añade una cuarta propiedad según los griegos: el aumento del deseo sexual producido por una infusión preparada con las hojas frescas o recién cortadas de la planta. Se dice que también el tomillo y el romero tienen esta propiedad. Es una de las plantas aromáticas más explotadas en coctelería y en la industria farmacéutica.
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