Con la llegada de la primavera, un espectáculo maravilloso se abre antes nuestros ojos, es la floración del jacarandá que, con sus ramilletes de hermosas flores violetas y azules, adorna numerosos paseos, parques y aceras en distintas ciudades del mundo, sobre todo de Sudamérica. Este árbol, perteneciente a la familia Bignoniaceae se lo conoce científicamente como Jacaranda mimosifolia. Es originario de los climas subtropicales de América del Sur. Por la nobleza de muchas de sus características, el jacarandá es el elegido para la ornamentación de espacios públicos ya que además de su belleza es de raíces poco invasivas.
Conociendo al jacarandá, sus características
El jacarandá es un árbol caducifolio que puede alcanzar los 15 metros de altura. Su tronco, delgado, puede mostrar cierta inclinación y él solo medir unos 9 metros. El diámetro del tronco de un ejemplar adulto mide unos 70 centímetros y está recubierto por una corteza que presenta una textura lisa cuando el árbol es joven y con el paso de los años se vuelve áspera y fisurada. El color es pardo grisáceo y con los años va oscureciéndose.
El sistema radicular del jacarandá muestra un desarrollo oblicuo. Estas raíces son fasciculadas y poco invasivas. Debido a esto, el jacarandá puede verse afectado en épocas de sequía.
Su copa es poco densa y la forma que ésta adquiere puede variar, siendo algunas veces piramidal y otras en forma de sombrilla. Esto se debe a que presenta una ramificación extendida que puede llegar a medir 12 metros de diámetro. No es un árbol que se destaque por ofrecer una sombra abundante.
El jacarandá cuenta con hojas grandes, de hasta 50 centímetros de longitud. Compuestas, opuestas y bipinnadas con pequeñas hojuelas que se agrupan en 25 o 30 pares de folíolos. Las hojas presentan un color verde intenso en su cara superior y un verde más apagado en la inferior. Las hojas comienzan a aparecer con el inicio del verano.
Las flores, el mayor atractivo del jacarandá, son pequeñas de 4 a 5 centímetros y se agrupan en panículas terminales, de 20 a 30 centímetros. Son de un agradable color violeta intenso, a veces azulado. Su corola tiene el aspecto de un tubo retorcido donde aparecen 5 pétalos. Los lóbulos de la corola están organizados en 2 labios. El superior presenta 2 lóbulos y el inferior 3. De los 5 estambres con que cuenta la flor del jacarandá, el más largo de ellos es estéril, en cuanto a los 4 fértiles, 2 de ellos son más largos que el resto. La floración del jacarandá se produce durante la primavera y es anterior a la foliación.
Cuenta con un fruto leñoso de unos 6 centímetros de diámetro, su color va mutando del verde al pardo oscuro a medida que madura. En él están contenidas las semillas que son aladas. Los frutos del jacarandá comienzan a aparecer durante el otoño y se mantienen casi todo el año.
¿Dónde encontramos al jacarandá?
Este es un árbol típico de los bosques tropicales y subtropicales de Sudamérica. No resiste temperaturas inferiores a -1°C. Al jacarandá podemos encontrarlo en Argentina, Paraguay, Brasil y Bolivia. Sin embargo, su cultivo se ha extendido a otras regiones de climas similares pero que no constituyen su hábitat natural.
El cultivo del jacarandá
Para su pleno desarrollo, el jacarandá debe ser cultivado en zonas donde las bajas temperaturas no sean inferiores a los 0°C, ya que temperaturas menores afectan a los ejemplares jóvenes. También debe ser protegido de vientos fuertes. El jacarandá es un árbol que prefiere recibir de manera plena la luz del sol.
Por su sistema radicular, estos árboles requieren de suelos húmedos, la falta de agua limita el crecimiento. El pH del suelo debe ser neutro, llegando a tolerar cierto nivel de alcalinidad. El jacarandá rechaza los suelos demasiado salinos.
La reproducción de estos árboles se realiza mediante semillas que deben plantarse a finales del invierno y comienzos de la primavera. No es una planta que tolere demasiado los trasplantes.
Usos y aplicaciones
Si bien el jacarandá es un árbol que ha sobresalido por su carácter ornamental, posee otras aplicaciones, sobre todo su madera que es muy apreciada para la carpintería y la ebanistería. Es de color claro y exhibe vetas cortas y bien marcadas con dibujos similares al fresno.
Las flores, la corteza y sus hojas son utilizadas para tratamientos por vía oral de afecciones gastrointestinales.
La primavera en Buenos Aires
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires es la capital de la República Argentina. Cada primavera, sus calles ofrecen un espectáculo maravilloso cuando los más de 11 mil ejemplares que adornan las calles de la ciudad, comienzan su floración.
Fue a principios del siglo XX que el arquitecto y paisajista Carlos Thays sugirió el uso del jacarandá para ornamentar las calles de la ciudad, en momentos en que Buenos Aires comenzaba a destacarse con una arquitectura muy europeizante.
Cada primavera, Buenos Aires se transforma, y las calles, plenas de ese color violeta alegra el espíritu de sus habitantes.