La jacaranda es un árbol frondoso que puede llegar a los 20 metros de altura en edad adulta. Sus ramas son onduladas, abiertas, ascendentes, con suaves e irregulares quiebres. Su denominación científica es Jacaranda mimosifolia D. Don. En guaraní, jacaranda significa madera dura, y el término mimosifolia se refiere al parecido de sus hojas con los helechos. Su nombre vulgar es jacarandá‐tarco. Pertenece a la familia Bignoniáceas. Es originaria del Noroeste de Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay.
Características de la jacaranda
En la ramificación de la jacaranda se destaca una copa redonda e irregular de 5 a 6 metros de diámetro. El tronco es levemente inclinado, de palo alto, desnudo, recto y tubular. Tiene una corteza parecida al corcho, quebrantada, con canales o hendiduras de escasa profundidad.
El follaje es inerme, tardíamente caduco o semipersistente con hojas opuestas y pinnadas, con un contorno semiovalado, que miden de 20 a 60 cm. Son pecioladas, con 14-24 pares de pinnas subopuestas, divididas a su vez en 10‐30 pares de foliolos, de color verde en el haz, y más claros en el revés.
La floración es hermafrodita, de 4 a 5 cm de largo, tubulosa, ligeramente curva, de cáliz pequeño y limbo heterogéneo, color azul violáceo y crece orientada en vastas espigas terminales, erguidas, de 25 a 30 cm. Florece dos veces al año: primavera y otoño.
Los frutos de la jacaranda tienen forma de cartuchos. Son vainas leñosas parecidas a castañas de madera con un diámetro de 6 a 8 cm, borde ondulado, comprimidas lateralmente, con dos tapas color verde que pasan a castaño y se abren al madurar. Poseen de 50 a 80 semillas aladas que permanecen hasta el invierno en la planta.
Condiciones de “vida”
La jacaranda demanda de suelos profundos, fértiles y de textura arcillosa o arenosa. Resiste la cal, pero no la sal. La temperatura adecuada para un buen desarrollo del árbol es la propia de los climas suaves, con heladas débiles y con descensos esporádicos de temperatura.
La jacaranda vive mejor en la cercanía de la costa, aunque resguardada de los fuertes vientos marinos. Su ubicación no debe sobrepasar los cien metros sobre el nivel del mar.
Cuidados de la jacaranda
Para que prospere, la jacaranda no debe plantarse en zonas heladas, pues los ejemplares jóvenes llegan a morir en situaciones extremas. Es aconsejable regar constantemente durante la época de crecimiento, dos veces por semana en primavera, y todos los días en el verano. Normalmente no requiere de poda de formación ni de mantenimiento, la única precaución es eliminar las partes secas, y esto puede hacerse en cualquier temporada del año.
Igualmente es recomendable abonarla una vez al mes en la fase de desarrollo. Para contribuir al endurecimiento de sus tallos, se aconseja incorporar sulfato de potasio al suelo dos veces al año, unos 20 gramos por cada m2 de copa será suficiente.
El pulgón es el peor enemigo de la jacaranda. Tanto sus panículas florales como los brotes son embestidos por estos insectos.
Se sugiere un terreno con buena composición orgánica y buen drenaje, ya que el exceso de agua perjudica la buena formación del árbol.
Propagación y usos de la jacaranda
Para multiplicarla, se siembra por semillas directamente al suelo, preferiblemente en otoño o primavera. Germina fácilmente en sustrato poroso, a la media sombra.
También se pueden usar los esquejes de leño semimaduro. El proceso será muy sencillo, siempre que se cuiden y respeten las temperaturas para la siembra directa, que debe ser entre 20 y 30 ºC.
Su madera es fácil de trabajar y de muy buena calidad. Es semidura, semipesada y de color blanco amarillento con suave veteado. Es agradablemente aromática y muy demandada en ebanistería y carpintería para la fabricación de muebles, carrocerías, revestimientos, y talla de esculturas.
La jacaranda también es un árbol increíblemente ornamental por su bella floración y por su resistencia a la contaminación. Es muy solicitado para el ornato urbano, utilizándose de forma alineada en parques, avenidas, bulevares, plazoletas y calles anchas, ya que tiene raíces poco agresivas y bajo riesgo de caída o desrame. Aislado o formando grupos homogéneos de pocos ejemplares, se emplea en los planos intermedios de arterias viales.
Por ser un árbol que crece rápidamente y se adapta a prácticamente todo tipo de suelo, la Jacaranda es una alternativa más que recomendable para ambientar los jardines. Como si fuera poco, aguanta los periodos de sequía en la edad adulta.
Otro importante beneficio de la jacaranda es su poder medicinal. Desde tiempos ancestrales, se ha usado el té de las hojas para curar heridas externas, quemaduras y lastimaduras. De igual modo, ha servido como emoliente en casos de amigdalitis y otras afecciones de la garganta.
Dicha infusión también se injiere como antisifilítico, uso difundido desde hace muchísimos años.
Un dato muy peculiar, es que el cocimiento de la corteza, se bebe en el litoral argentino como anticonceptivo.
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