Tan hermosa como venenosa, la glicina es una de las plantas ornamentales más requeridas por su fresco aroma y las bellas flores de color violeta que nos ofrece. Originaria de China, la glicina es un arbusto caducifolio y trepador, de la familia de las leguminosas y cuyo nombre científico es Wisteria sinesis. Esta planta puede llegar a vivir hasta 100 años y se desarrolla con mayor facilidad en los climas templados. Así como exhibe su belleza, la glicina posee una toxina cuya ingestión es capaz de provocar serios trastornos gástricos, vómitos. Como planta trepadora es posible verla cubriendo muros, pero en algunas regiones se ha convertido en una especie invasora, con un sistema radicular muy invasivo.
¿Cómo es la glicina? Sus características
Esta planta es un arbusto trepador, es común verla crecer enroscándose alrededor de los troncos de los árboles, generalmente lo hace en el sentido de las manecillas del reloj. Puede llegar a medir hasta 30 metros de altura.
Las hojas de la glicina son caducas, de una ligera forma oval, compuestas de 7 a 13 folíolos. Son peludas y sedosas.
Son sus flores las que le otorgan a la glicina esa hermosura que la hace tan apreciada como planta ornamental. Éstas pueden ser de color blanco, violeta o malva y, en algunos casos, azules. Se disponen en la planta en forma de racimos colgantes de unos 20 centímetros de largo. Florece en primavera y en algunas ocasiones puede presentar una floración a principios del otoño. Las flores abren de manera simultánea en cada racimo y aparecen antes que el follaje. Cuando sus flores se abren, la glicina deja apreciar un agradable aroma similar a la uva.
Por pertenecer a la familia de las leguminosas, la glicina posee un fruto que es una legumbre achatada, de color pardo y de textura aterciopelada. Mide unos 10 centímetros de largo y en su interior contiene unas semillas discoides, de un centímetro. Durante el verano se produce la maduración del fruto, que se abre y libera las semillas. Las vainas, ya sin sus semillas, permanecen en la planta durante todo el invierno. La producción de semillas y su capacidad germinativa es baja, por eso su multiplicación debe realizarse por injertos. Tanto las semillas como las vainas son sumamente tóxicas por lo que debe evitarse su ingesta.
Condiciones para cultivar la glicina
Si quisiéramos engalanar nuestro hogar con glicinas, hay que tener en cuenta que esta planta es muy fácil de cultivar, es resistente y tiene una gran capacidad de adaptación. La glicina es resistente al frío, salvo que se trate de heladas muy intensas y prolongadas.
Las glicinas pueden adaptarse perfectamente a condiciones de excesiva luz solar o a la sombra, de hecho, ella misma llega a otorgar una importante área de sombra allí donde sea cultivada.
¿Qué tipo de suelo necesita la glicina?
Al momento de elegir el suelo más apropiado en nuestro jardín para plantar las glicinas, debemos procurar que éste sea abundante en materia orgánica, fresco, arcilloso y profundo. Esto último es importante ya que su sistema radicular es muy agresivo y necesita expandirse hacia abajo y los costados. La importancia de un suelo arcilloso está dada por la necesidad que tiene esta planta de desarrollarse en lugares que acumulan humedad, no por esto queremos decir que prefiera suelos encharcados, que siempre debemos evitarlos. De todos modos, la capacidad de adaptación de estas plantas hace que se pueda prescindir de los suelos arcillosos en caso de no contar con él.
Reproducción de la glicina
Ya hemos señalado que las semillas no constituyen el mejor método de reproducción de la glicina. Existen otros 2 métodos más eficaces y sencillos: reproducción por esquejes o por acodo. Para la reproducción por esqueje, durante el verano hay que elegir una estaca leñosa y ayudándonos con hormonas de enraizamiento, lo trataremos en condiciones ambientales controladas hasta que comience a mostrar sus primeras raíces, allí estará listo para ser trasplantado al lugar donde queremos que crezca la glicina.
La técnica del acodo, consiste en tomar un acodo leñoso, que puede ser una de las ramas bajas de la glicina, realizarle un pequeño corte hacia abajo y luego se coloca en la tierra, regándolo en forma abundante.
Cuidados de la glicina
La necesidad que tienen las glicinas de suelos húmedos nos plantea la tarea de mantener un riego periódico, evitando que haya períodos de sequía. Sin embargo, es importante evitar los encharcamientos ya que esto produce asfixia radicular, pudiendo provocar la muerte de la planta.
Debido a la gran cantidad de flores que produce y la forma enérgica con la que crece, la glicina requiere de una importante cantidad de nutrientes. Se puede abonar el suelo, para ello, con compost o con estiércol. Una buena medida es utilizar abonos minerales que contengan nitrógeno, fósforo y potasio, conocidos como abonos NPK.
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