El fresno es considerado por muchos como el “árbol de la buena suerte”, un apelativo que le fue otorgado por creencias antiguas, basadas en que atraía la fortuna y alejaba las desgracias. Su tamaño relativamente grande y su amplio follaje, lo convierten en una de las plantas más bondadosas en cuanto a sombra se refiere. Es muy común observar a personas refugiándose del sol, a los pies de su tronco, sobre todo en otoño, cuando sus frutos maduran y éste adquiere un tono amarillo, digno de admirar.
Características del fresno
El fresno es un árbol caducifolio, proveniente de la familia de las Oleaceas (plantas de orden Lamiales, trepadoras, leñosas y hermafroditas). Pertenece al género Fraxinus, término que deriva del griego “Phraxo”, que significa “cercado”, y que guarda relación con el viejo uso que le daban los romanos, quienes lo empleaban para la construcción de tapias o alambradas.
Es originario de Europa, y crece, sobre todo, en Portugal y España, aunque también se le puede encontrar en Norteamérica y en algunos países de clima tropical.
El fresno se caracteriza por su poder de adaptación a los ambientes templados y su resistencia al viento, pero no tolera el calor ni las temperaturas de extrema sequía.
Su copa redonda, de hasta siete metros de diámetro, y sus ramas extendidas son una de sus particularidades. Su altura estándar oscila entre los ocho y 12 metros. Sin embargo, hay algunos que llegan a medir hasta 20 metros.
El color verde brillante de su hojarasca hace del fresno un bello ejemplar. Sus ramas son finas, con hojas de 9 a 13 folíolos (piezas separadas en las que, a veces, se encuentra dividido el limbo de una hoja), que se caen de a poco cuando son sorprendidas por el invierno.
El fresno posee un tronco fuerte y recto con forma cilíndrica, de corteza oscura y agrietada. De él emergen sus ramas adornadas con flores blancas de una sencillez y belleza extraordinaria, y que prosperan con abundancia entre abril y mayo. Éstas no tienen pétalos, pero sí unos filamentos que cuelgan.
Este árbol también da unos frutos alargados, de color verde, denominados sámaras, en donde se encuentran sus semillas, las cuales son de fácil recolección.
Cultivo y cuidados del fresno
Gracias a su resistencia a la contaminación y a las plagas, el fresno es un tipo de planta que se acopla a cualquier situación y ambiente, por lo que es implementada como ornamento de calle. Sus más de 65 especies se reproducen naturalmente en los bosques con terrenos frescos, húmedos, profundos y ricos en materia orgánica.
Para su cultivo se debe tomar en cuenta que al momento de esparcir las semillas –en los meses de otoño- éstas se estratifican en tierras con una temperatura de, al menos, 4° centígrados, y en un lapso de dos a cuatro meses se ven germinar.
El cuidado del fresno se limita únicamente a un espacio amplio para ser plantado, constante exposición al sol, riego abundante, abonado durante su período vegetativo, que abarca la primavera; y poda por lo menos una vez al año.
A pesar de su firmeza, puede padecer de marchitamiento y muerte de las hojas, lo cual podría afectar el resto de la copa del árbol, sus ramas y cortezas.
En definitiva, el fresno es un árbol tan noble que crece poco tiempo después de ser plantado, y que con los cuidados necesarios, llega a vivir entre 80 y 100 años.
Aprovechamiento
El fresno es un árbol que prolifera en zonas rurales y urbanas. Suele ser plantado en veredas, vías públicas e incluso en extensos jardines, por su vistosidad y escasos cuidados.
Fue privilegiado con una madera tan resistente, de color amarilla, que sirve perfectamente para la ebanistería y carpintería.
Es utilizado para la fabricación de tarimas de interior, y su flexibilidad y resistencia lo hace un ejemplar idóneo para la elaboración de mangos de herramientas, muebles con formas curvas y taburetes.
Su uso también se extiende al área deportiva y musical, donde la madera del fresno es empleada para hacer bates de disciplinas como el béisbol y el críquet, arcos, palos de hockey y raquetas de tenis. También se usa para hacer guitarras.
Propiedades medicinales
Como no se le conocen sustancias tóxicas al fresno, las personas se han podido beneficiar a lo largo de los años de sus propiedades para el tratamiento eficaz de enfermedades tan usuales como gripe, resfriado y fiebre, y hasta otras más complejas relacionadas como el estreñimiento, la hipertensión y las hemorroides.
Igualmente, se ha recomendado para evitar la retención de líquido, los problemas urinarios y las patologías hepáticas como cálculos en los riñones.
Dependiendo del tipo de padecimiento, existen diferentes formas de consumir el fresno. Se pueden hacer infusiones con sus hojas o cortezas, o beber los remedios naturistas preparados con el árbol, que se consiguen en herboristerías o farmacias.