Flores preciosas, multicolores y con aromas irresistibles germinan de la fresia. Una planta que aunque posea un nombre similar a la de una famosa fruta no tiene nada que ver. La fresia es una planta originaria de Sudáfrica, donde también se le conoce como freesia o fresilla. Luce muy bien en los jardines y patios, debido a las tonalidades de sus flores, de pétalos afilados.
La fresia crece sin problemas tanto en macetas como en tierra firme. Según los expertos se adapta muy bien a los climas templados. Las flores brotan de un largo tallo, en racimos de cinco a ocho unidades de distintos tonos: blanco, rosa, morado, amarillo, malva, naranja, azul y mucho más. Las bicolores son llamativas y muy hermosas.
Características más resaltantes de la fresia
Para que una planta de fresia crezca adecuadamente, se debe sembrar el bulbo, de donde nace y se desarrolla hasta alcanzar entre 20 y 50 centímetros de altura. Las hojas son verde intenso y miden unos 15 centímetros.
Hasta ahora, se conocen unas 12 especies de fresia en todo el mundo. Y es que por su facilidad para desplegarse en ambientes distintos, se ha convertido una de las favoritas de los amantes de la jardinería. Los ramos de flores son tan abundantes que pueden cortarse y colocarse en floreros. Su duración es extensa.
¿Cómo saber cuál bulbo elegir para plantarlo? Es importante tocarlo y cerciorarse de que no esté blando. Si es así, es posible que no sirva. Una vez que se adquiere, se mete dentro de una bolsa de papel y se guarda en un lugar fresco. Antes de sembrarlo, se recomienda humedecerlo porque tiende a deshidratarse.
Los bulbos de la fresia deben plantarse en otoño o en primavera, a fin de evitar climas extremos como el invierno o el verano. En ambos casos se corre el riesgo de que la planta no sobreviva. Durante estas temporadas, se puede ubicar en un garaje o porche, así como en el interior de la casa para no exponerla a los cambios bruscos de temperatura.
Recomendaciones para su cultivo
Si la fresia se va a plantar en la tierra, es necesario constatar que ésta esté lo suficientemente hidratada, y que cuenta con un buen drenaje. No es conveniente que se empoce por más de cinco horas el área a trasplantar. El hoyo donde se colocará el bulbo debe tener una profundidad aproximada de 25 centímetros, y debe abrirse unos minutos antes de la siembra para que se airee.
El bulbo de la fresia tiene que quedar con la punta hacia arriba. Se rellena de tierra al menos unos tres centímetros. Se pueden adaptar estacas a los lados para cuando crezca la planta, las hojas se mantengan firmes. Una vez que se planta el bulbo, se riega la zona que debe mantenerse humectada por lo menos hasta que se dé el retoño de la fresia.
Los especialistas sugieren a quienes deseen tener un jardín solo de fresias, ubicarlas en grupos, para que cuando florezcan, se obtenga una linda vista por los ramos. Si son de diferentes colores, mucho mejor.
Sobre el riego y los cuidados de la Fresia
La mayoría de las personas que cultivan la fresia lo hacen para disfrutar de la belleza de sus flores. Es importante indicar que éstas aparecerán en un tiempo estimado de 10 o 12 semanas, aproximadamente, luego de ser sembrados los bulbos. Si se mantiene en un área fresca, tendrán mayor duración.
Para alargar la vida de la fresia se aconseja regarla todos los días, pero sin exagerar. La idea es que la tierra siempre se mantenga húmeda, pero no inundada. Este proceso se debe reforzar cuando florece y está en pleno crecimiento. Si se nota que las hojas se tiñen de amarillo, es mejor suspender el riego para que la planta entre en una etapa de descanso.
Si se le arroja mucha agua las raíces se pueden podrir, por lo que se debe tener mucho cuidado.
En caso de que se plante en una maceta para ser expuesta dentro de una vivienda u oficina, se deben seguir los mismos pasos. La única diferencia es que se tiene que colocar cerca de una ventana donde perciba la luz del sol. En una maceta de unos 38 centímetros se pueden plantar hasta 20 bulbos de fresia.
Afortunadamente, la fresia no suele ser blanco común de plagas o insectos que la dañen. Sin embargo, es posible hallar en la tierra caracolas, babosas o ácaros que pueden eliminarse con fertilizantes para evitar inconvenientes. En todo caso, la mejor prevención para que la fresia no se muera, es que cuente con tierra bien aireada y sana. Hay que estar atentos a los cambios que presente la planta, como hojas amarillas, rayadas, poco crecimiento o manchas. Si es así, convendrá consultar a un especialista. Podría ser por falta de nutrientes.
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