Es conocido como el árbol de la sombra, por su frondosidad y la perennidad de sus hojas. Es llamado encina, pero su nombre científico es Quercus ilex. Pertenece a la familia de las Fagáceas y se le conoce también como carrasca, chaparra o chaparro. Es un árbol originario de la región mediterránea, perennifolio mediano o arbustivo, que se ajusta a las características pluviales o del terreno donde se cultive.
Es amplio y redondeado. Alcanza de 16 hasta 25m de elevación y logra vivir muchos años. Su tronco es ancho y duro, con corteza de forma agrietada, creando pequeños trozos de color gris. Sus hojas perduran de 3 a 4 años. Son chicas y fuertes, con bordes en forma de vértices. Son de color verde brillante por la parte superior y gris por la zona inferior.
Las flores, no muy llamativas, son colgantes y se concentran en espigas de color amarillo al principio, luego anaranjado y al final pardo. Aunque se distribuyen por toda la copa, prefieren la parte inferior.
Hábitat y fruto de la encina
La encina es una especie típica del mediterráneo, la Península ibérica, España y Francia. Forma densos bosques en zonas litorales. Es de especie xerófila, pero resistente al frío.
El fruto de la encina es la popular bellota, de color verde, que se torna marrón oscuro cuando madura, y desarrolla un cascarón o caperuza, formada por hojuelas muy juntas y trabadas, que ocupan 1/3 de su tamaño.
La bellota madura de octubre a noviembre, y a veces en diciembre. Inicia su producción a los 15 o 20 años de vida. Algunas bellotas se utilizan como alimento para las personas, y también como sustento para el ganado y los cerdos. Su floración es de abril a mayo y esparce sus frutos entre los meses de octubre a noviembre.
Reproducción y enfermedades DE LA ENCINA
La encina se reproduce bien por semilla, sembrando las bellotas, igualmente se propaga por brotes de raíz y de cepa. Se da bien en todo tipo de suelos.
Todos los años nacen y mueren millones de plantas de encina. La principal causa la seca, que se distingue por la caída de las hojas, que toman un color amarillo; la muerte de los retoños; la salida de ramas o chupones, la pudrición de las raíces y el fallecimiento de la planta.
En este proceso también se ven envueltos algunas variedades de hongos como: Diplodia, Hypoxylum mediterraneum y Phytophtora cinnamomi, que pudre las raíces. La encina, también es atacada por un enemigo natural, la mariposa Tortrix viridana, que devasta los retoños de la planta, y es muy común encontrarla en la península ibérica. Asimismo, los escarabajos longicornios, son dañinos para la encina, depositan sus larvas en la planta, y estas larvas perforan el tronco, ya que su alimento es la madera.
Usos DE LA ENCINA
Alimenticio: El fruto de la encina es usado como alimento ganadero. En España, por ejemplo, los puercos son alimentados con bellotas, por lo que se originan excelentes perniles. Las personas la consumen tostándolas como cualquier otro fruto seco. También la muelen y su harina se utiliza para hacer pan.
Maderero: La madera de la encina es muy apreciada por el hombre. Aunque es una madera difícil de trabajar por su dureza, esta misma cualidad la hace muy útil en el empleo de elementos que sobrellevan mucha fricción, tales como carros, arados, pisos de parqués, mangos de las herramientas, igualmente en pequeñas construcciones hidráulicas y como columnas o vigas, ya que no se pudre fácilmente.
Combustible: Hasta principios del siglo XX, uno de los principales combustibles domésticos en muchísimas zonas europeas eran la leña y el carbón. Constituye una magnifica leña para quemar y para hacer carbón vegetal, porque hace muy buen fuego y desprende mucho calor.
Otros usos: La corteza de la encina posee una sustancia orgánica llamada tanino, que sirve para transformar las pieles crudas de animales en cuero, por lo que es estimada en las tenerías para curtir el cuero. Asimismo, los taninos, las hojas y las bellotas se trituran y se elabora una pócima que se utiliza como astringente y es muy usada para esterilizar heridas.
Árbol sagrado
En la antigüedad, en muchas ciudades reverenciaban la encina, considerada árbol sagrado. Representaba la fuerza, la firmeza y la ancianidad. En los relatos se dice que la clava de Hércules estaba hecha de encina, al igual que la cruz donde murió cristo. A Abraham le son dadas las revelaciones de Dios junto a una encina. De igual modo, este árbol era dedicado al culto en la mitología celta. En él se reunían los sacerdotes poseedores de conocimientos de predicción y sanación ya que canalizaba una gran energía.
En el argot popular, también ocupa un importante lugar siendo ejemplo de ello la adivinanza que le hace referencia y que reza: “Hembra fue mi nacimiento y macho mi mocedad y por mi buena fortuna hembra me volví a quedar».
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