Con el término de roble suele hacerse referencia a una importante variedad de especies que pertenecen al género Quercus. Pero en esta oportunidad nos referiremos a su variedad más común y reconocida: el roble común o Quercus robur. Un árbol de gran porte que es sumamente apreciado por su madera. Originario de Asia, el roble posee un hábitat más extendido en todo el hemisferio norte, pero se lo puede hallar en los climas cálidos de otras regiones. Estos árboles se encuentran en peligro de extinción debido a la tala indiscriminada y su lentitud para reproducirse, lo que ha impulsado diversas acciones proteccionistas, destinadas a su preservación.
Reconociendo al roble común, veamos sus características
El roble presenta características físicas disímiles, según se desarrolle en lugares con espesura o aislados. En el primero de los casos, crece como una especie robusta, su tronco es limpio y derecho y sus ramificaciones comienzan a partir de los 15 metros de altura. Cuando crece de manera aislada su copa se hace ancha e irregular y sus ramas se vuelven tortuosas y acodadas.
El tronco del roble común se presenta liso y con una tonalidad grisácea. Con los años comienza a agrietarse en su corteza, siendo estas grietas profundas. Su sistema de enraizamiento tiende a ser profundo, con una raíz central que, al cabo del primer año de vida, puede llegar a tener una penetración de hasta 1,5 metros. A los 8 años, sus raíces comienzan a desarrollar extensiones laterales.
Sus hojas son muy características de su especie. Son grandes y caducas, es decir que se renuevan anualmente, perdiendo durante la temporada invernal las hojas secas. Estas se disponen de manera alterna en las ramas. Poseen bordes lobulados muy profundos, desiguales, estos bordes son marcadamente redondeados. Su color es de un verde intenso.
Dotado de flores masculinas y femeninas que se presentan con fisonomías bien diferenciadas. Las masculinas aparecen en forma de racimos o amentos colgantes, de color amarillo, mientras que las femeninas en grupos de 2 o 3 ejemplares, sujetas a un largo pedúnculo que se manifiesta entre las hojas superiores.
Los frutos del roble son conocidos como bellotas. Aparecen sujetas a largos pedúnculos. Las bellotas contienen en su interior las semillas de este árbol, una por cada bellota. En el roble común, las bellotas son frutos amargos debido a la importante presencia de taninos, pero otras especies desarrollan bellotas de sabor dulce que constituyen la base alimentaria de diversas especies de animales como ratones, ardillas y jabalíes. Estas bellotas dulces sirvieron de alimento a los pueblos primitivos, cazadores – recolectores.
El cultivo del roble
Para la reproducción del roble, se utilizan las semillas que están contenidas en las bellotas. Lo más importante es utilizarlas mientras están frescas, ya que cuando la semilla se seca pierde su capacidad de germinar. Lo más conveniente es plantar las semillas en los lugares donde crecerán definitivamente estos árboles. Para facilitar la germinación de las semillas de roble, se utiliza la técnica de escarificación, que consiste en hacer una incisión en la semilla con una hoja de afeitar, esto facilita que la humedad penetre y favoreciendo la germinación.
Los robles prefieren los suelos con humedad, aunque no aquellas zonas donde se acumula agua. También es conveniente que exista una buena humedad ambiental. Los veranos secos son perjudiciales para estas plantas.
Es un árbol que puede resistir las bajas temperaturas, hasta los -15°C. Las temperaturas ideales que facilitan el rápido crecimiento de estos ejemplares rondan los 18 a 20°C. El riego debe ser abundante, pero evitando todo tipo de encharcamiento.
Estos árboles no requieren un proceso de poda más allá del retiro de las ramas que puedan encontrarse dañadas.
Usos y aplicaciones de la madera de roble
La madera de roble es sumamente apreciada por ser dura y pesada. Numerosas industrias se valen de la madera de esta especie para diversas aplicaciones.
Por su resistencia a la humedad y a la inmersión permanente, la madera de roble es utilizada en la industria naval. En la industria ferroviaria es apreciada por ser resistente a las vibraciones, utilizándola en traviesas.
Una de las aplicaciones que, tal vez sea más conocida, es la fabricación de cubas y toneles para la industria vitivinícola. Los bodegueros difunden como un gran valor agregado el añejamiento de vinos en toneles de roble.
La ebanistería tiene en el roble a una materia prima de gran valor, los muebles fabricados a partir de esta madera son muy apreciados.
En la industria química cumple una importante labor. De su corteza y de sus bellotas se obtienen taninos, utilizados en la industria de la curtiembre de cueros. Estos taninos, combinados con sulfato de hierro, da como resultado tintes color púrpura que son apreciados por su resistencia a los lavados.
El roble es un árbol que puede vivir hasta 600 años. Su preservación requiere políticas que permitan un reemplazo permanente de los ejemplares destinados a distintos usos.