Oleaceae 7
Fresno americano
El fresno americano es un árbol propio de América del Norte. Aunque no es una especie muy demandada para fines ornamentales, ofrece una visual muy atractiva por la coloración que adquieren sus hojas al llegar el otoño. De verde pasan a ser amarillentas, rojizas y hasta púrpura.
Fraxinus excelsior
El fresno norteño integra a la familia de las Oleáceas y es conocido científicamente como Fraxinus excelsior. En algunas regiones se le llama fresno común o fresno de hoja ancha. Es valorado por su capacidad para regular el clima y captar agentes contaminantes de la atmósfera, como son el óxido de nitrógeno y el ozono troposférico.
Olea europaea
Desde tiempos inmemoriales, la planta de olivo ha sido considerada sagrada e incluso magistral, especialmente en creencias y religiones griegas, romanas y cristianas. Olea europaea es el nombre científico de este árbol cuyo fruto, la oliva, se utiliza en la gastronomía y en la preparación de remedios para la salud.
Fresno
El fresno es considerado por muchos como el “árbol de la buena suerte”, un apelativo que le fue otorgado por creencias antiguas, basadas en que atraía la fortuna y alejaba las desgracias. Su tamaño relativamente grande y su amplio follaje, lo convierten en una de las plantas más bondadosas en cuanto a sombra se refiere. Es muy común observar a personas refugiándose del sol, a los pies de su tronco, sobre todo en otoño, cuando sus frutos maduran y éste adquiere un tono amarillo, digno de admirar.
Jazmín
El jazmín es una de las flores más aromáticas y apreciadas en todo el mundo. Originaria de los Himalayas en China, su fragancia única ha cautivado a diferentes culturas a lo largo de la historia. Una de las características más notables del jazmín es que su perfume se intensifica durante la noche, lo que la hace particularmente especial.
Científicamente conocido como Jasminum officinale, el jazmín cuenta con aproximadamente 200 variedades. En Asia, su continente de origen, es una planta altamente valorada. En países como Indonesia, Filipinas y Pakistán, el jazmín ha sido nombrado flor nacional y simboliza pureza y belleza femenina.
El Aroma Apreciado del Jazmín
El embriagador olor del jazmín es ampliamente utilizado en la industria de los perfumes y cosméticos, así como en productos de limpieza. El aceite esencial de jazmín es muy cotizado por sus múltiples propiedades, y se emplea en la medicina natural para sus efectos antidepresivos, relajantes y antiinflamatorios, además de actuar como un potenciador del deseo sexual.
El jazmín también es famoso por sus infusiones, que se consideran beneficiosas para la salud. Estudios recientes sugieren que el té de jazmín puede ayudar a prevenir ciertos tipos de cáncer, además de aportar efectos positivos sobre el bienestar general.
Características del Jazmín
Esta planta peculiar prospera en climas cálidos. Sus hojas son finas y verdes, mientras que sus flores delicadas suelen tener cinco pétalos en forma de estrella. Aunque existen en varias tonalidades, las más comunes son las flores blancas con centros amarillos.
El jazmín es muy apreciado por floristas y jardineros debido a su versatilidad para crecer en forma de arbusto o enredadera. Además, algunas variedades pueden cultivarse en interiores, utilizando sistemas hidropónicos que no requieren tierra, lo que facilita su cuidado en entornos urbanos.
Cuidados del Jazmín
El jazmín requiere abundante luz natural para florecer de manera óptima. Prefiere suelos fértiles y bien drenados, y debe ser protegido del viento. Aunque los jazmines de invierno pueden tolerar sombra parcial y bajas temperaturas, lo ideal es mantenerlos en invernaderos si las condiciones climáticas son adversas.
Para el cultivo en macetas, es esencial que estas tengan buen drenaje para evitar enfermedades. El jazmín es susceptible a plagas como orugas y cochinillas, por lo que se debe vigilar y actuar preventivamente. Si la planta se inclina debido al peso de sus ramas, es recomendable usar estacas para estabilizarla, o plantarla cerca de estructuras que permitan su crecimiento vertical.
En cuanto al riego, el jazmín necesita más agua durante la primavera y el verano, mientras que en invierno el riego se puede reducir. En caso de heladas, se debe proteger la planta con coberturas adecuadas y proporcionar agua tibia ocasionalmente.
Más Beneficios del Jazmín
El jazmín destaca por su contenido de linalol, un compuesto con propiedades sedantes que ayuda a la relajación y el control del estrés. Otros componentes, como el acetato de bencilo, el jasmon y el indol, contribuyen a su aroma característico.
El aceite de jazmín se utiliza en aromaterapia y se incorpora en masajes para proporcionar una sensación de descanso y suavidad en la piel. Además, el jazmín ofrece propiedades astringentes y analgésicas, siendo útil para aliviar dolores menstruales, molestias de la menopausia y dolores de parto.
También es eficaz para tratar infecciones bucales y problemas respiratorios, como la tos y la ronquera. Su acción antiinflamatoria y sus beneficios para el sistema digestivo hacen del jazmín una planta versátil y altamente beneficiosa.
En conclusión, el jazmín es mucho más que una flor hermosa y fragante; es una planta con un amplio espectro de propiedades que la convierten en un recurso valioso tanto para la salud como para el bienestar general.
El olivo
El olivo es conocido mundialmente por ser el árbol que nos proporciona aceitunas y diversos productos derivados de ellas. Es una planta característica de los climas mediterráneos, aunque su cultivo se ha extendido a muchas otras regiones del mundo. Este árbol pertenece a la familia de las Oleáceas y es apreciado por su capacidad para producir aceites, motivo por el cual recibe el nombre científico de Olea europaea.
El olivo desempeña un papel económico fundamental en diversas economías regionales, siendo un cultivo clave en países como España, Italia y Grecia. Además de su importancia económica, el olivo tiene un profundo significado simbólico en numerosas tradiciones y antiguas creencias. Un ejemplo notable es la historia bíblica en la que una paloma lleva una rama de olivo a Noé, señalando el fin de las lluvias e inundaciones.
El olivo también es valorado por su longevidad y resistencia. Existen olivos que han vivido más de mil años, lo cual los convierte en testigos vivos de la historia. Su capacidad para prosperar en suelos pobres y condiciones climáticas adversas lo hace un cultivo sostenible y resistente al cambio climático.
Principales características del olivo
El olivo, conocido científicamente como Olea europaea, puede alcanzar hasta 15 metros de altura, aunque en cultivo suele ser más bajo para facilitar la cosecha. Su tronco es recto y se caracteriza por un llamativo color grisáceo. Con el paso del tiempo, el tronco desarrolla protuberancias y un aspecto retorcido, lo que le confiere un carácter único y majestuoso, especialmente en ejemplares centenarios.
Las hojas del olivo se disponen de manera opuesta en las ramas y presentan una forma lanceolada. Miden aproximadamente 8 cm de largo y están unidas a las ramas mediante un pequeño pecíolo. El haz de las hojas muestra un color verde brillante, mientras que el envés es de un tono blanquecino distintivo, resultado de una densa pubescencia. Esta característica no solo contribuye a la estética del árbol, sino que también ofrece protección frente a condiciones climáticas adversas, como el frío y la sequedad.
Las flores del olivo son pequeñas y hermafroditas, lo que significa que cada flor contiene tanto órganos masculinos como femeninos. Se agrupan en inflorescencias, cada una compuesta por flores con cuatro pétalos blancos que contrastan delicadamente con el follaje del árbol. Estas flores, aunque discretas, son fundamentales para la producción de aceitunas, el fruto del olivo, que es ampliamente valorado tanto en la gastronomía como en la producción de aceite de oliva de alta calidad.
La aceituna, el fruto del olivo
La aceituna es el fruto del olivo, conocido por sus múltiples aplicaciones. En algunas regiones, se le denomina también oliva. Este fruto se caracteriza por su estructura bien definida. Consta de un pedúnculo pequeño, llamado rabillo; el epicarpio o piel, que cambia de color conforme el fruto madura; el mesocarpio o pulpa, que es abundante; un hueso o endocarpio de notable dureza, y una semilla. Dependiendo de la variedad del olivo, la aceituna puede medir entre 2 y 4 cm.
La coloración de la piel de la aceituna varía con la maduración. Comienza con un verde intenso y brillante y, al alcanzar la plena madurez, se torna negro azulado. Las aceitunas verdes que consumimos son recolectadas en una fase intermedia de maduración, mientras que las aceitunas negras son aquellas que se comercializan en su etapa de madurez total.
Del prensado de la pulpa de las aceitunas se extrae un aceite rico en ácidos grasos monoinsaturados, reconocidos por sus beneficios para la salud cardiovascular. Este aceite, conocido a nivel mundial como aceite de oliva, es altamente apreciado en la gastronomía mediterránea. En general, del fruto del olivo se obtiene aproximadamente un 30% de aceite extra virgen, aunque esta cantidad puede variar según el proceso de extracción y la calidad del fruto.
El cultivo y cuidado del olivo
Los plantones destinados al cultivo de olivos generalmente se obtienen de viveros y existen dos métodos seguros para su propagación:
- Propagación por estacas: Este método consiste en utilizar estacas de aproximadamente 15 cm de longitud. Inicialmente, se recomienda sumergir las estacas en una solución de hormonas que favorezca el enraizamiento durante varias horas. Posteriormente, se plantan las estacas en un sustrato de perlita y se colocan en un lugar cálido y protegido. Tras un periodo de aproximadamente un mes y medio, las plantas estarán listas para ser trasplantadas.
- Propagación por semillas: Para este método, se debe romper ligeramente la corteza de las semillas para facilitar su germinación. Antes de plantarlas, es aconsejable envolver las semillas en estiércol. La germinación suele tardar entre 15 y 20 días. Una vez que las plantas comienzan a desarrollarse, pueden ser trasplantadas a macetas.
El precio de las plantas de olivo en los viveros varía según su grado de desarrollo. Las plantas más avanzadas son más costosas, ya que producirán frutos más rápidamente.
Para trasplantar los olivos a su ubicación definitiva, es necesario cavar un hoyo de aproximadamente un metro y medio de profundidad por 80 cm de diámetro. La planta debe colocarse en el centro del hoyo, asegurándose de que quede recta. Se debe rellenar con tierra compactándola bien y luego regar abundantemente. Es importante limpiar periódicamente el área alrededor del olivo para eliminar malas hierbas que puedan afectar su crecimiento. Los olivos comienzan a producir frutos a partir del segundo o tercer año.
Un fenómeno característico de los olivos es la vecería, que consiste en alternar un año de cosecha abundante con uno de cosecha menor. Aunque las causas de este fenómeno natural son desconocidas, su ocurrencia no indica necesariamente problemas en la salud del árbol. Es importante considerar que la vecería no siempre sigue un patrón anual exacto.
Importancia del aceite de oliva en la cultura mediterránea
El aceite de oliva, derivado del fruto del olivo, es un elemento fundamental en la cultura y gastronomía mediterránea. Su uso va más allá de la cocina, siendo también un componente esencial en la cosmética y la medicina tradicional. Este aceite es conocido por sus propiedades antioxidantes y su capacidad para mejorar la salud cardiovascular, gracias a su alto contenido en ácidos grasos monoinsaturados. Además, el aceite de oliva tiene un impacto económico significativo en las regiones productoras, contribuyendo al desarrollo rural y al sustento económico de numerosas familias.
Lila común
La lila común, como su nombre indica, es una planta cuyo distintivo principal es su flor de color lila, característico y reconocible al instante. Botánicamente, pertenece a la familia de las Oleáceas, la misma familia a la que pertenecen los olivos, dato que puede resultar sorprendente para muchos. Su nombre científico es Syringa vulgaris, y es ampliamente conocida por su belleza y aroma delicado.
La lila común es especialmente valorada por la vibrante tonalidad de sus flores, que aportan una combinación estética ideal para embellecer jardines y espacios exteriores. Su presencia en el jardín no solo añade color, sino también una fragancia suave y agradable que atrae a polinizadores como mariposas y abejas, favoreciendo la biodiversidad local.
Además, esta planta puede adaptarse muy bien como planta de interior, siempre y cuando reciba suficiente luz natural. Su floración genera un contraste atractivo en espacios cerrados, iluminando y decorando ambientes con un toque natural y elegante. Por esta razón, la lila común es una opción versátil para quienes buscan un elemento decorativo que combine belleza, aroma y fácil mantenimiento tanto en exteriores como en interiores.

photo credit: Syringa vulgaris Charles Joly via photopin (license)
Características principales de la lila común
Al igual que en otros artículos especializados que hemos desarrollado, en este apartado nos enfocaremos en describir las características principales que definen a la lila común, así como el tipo de planta que representa.
En primer lugar, la lila común es un arbusto de tamaño mediano que puede alcanzar entre 6 y 7 metros de altura. Es una planta con un porte robusto, usualmente formada por múltiples tallos que con el tiempo desarrollan troncos gruesos y fuertes. Esta estructura le proporciona un soporte sólido, evitando que la planta se incline o deforme, lo que contribuye a su longevidad y resistencia.
Uno de los aspectos más distintivos de la lila común es su corteza. Al tratarse de una planta longeva, la corteza puede ofrecer información sobre su edad y estado. En ejemplares más viejos, la corteza presenta tonalidades grises y una textura agrietada, con surcos profundos que evidencian su madurez. Por el contrario, en plantas jóvenes, la corteza suele ser de color gris claro o gris pardo, con una superficie lisa y sin grietas ni agujeros notorios.

photo credit: Syringa vulgaris (lilac or common lilac) via photopin (license)
Las hojas de la lila común son sencillas en su forma y tonalidad. Predominan los verdes que varían desde un verde intenso hasta tonos más suaves y apagados. En casos poco comunes, pueden presentarse hojas con un tono blanquecino, aunque esto es más bien una excepción. Aunque las hojas son importantes para la fotosíntesis y la salud general de la planta, no suelen ser el elemento más destacado. La verdadera protagonista de la lila común es su flor, cuyas vibrantes tonalidades lilas y su fragancia delicada son las características más apreciadas y reconocidas de esta especie.
Origen y distribución
Aunque en la actualidad la lila común se encuentra ampliamente distribuida y cultivada en diversas regiones del mundo, especialmente en jardines y espacios ornamentales de climas templados, no siempre es fácil para los aficionados y jardineros adquirir ejemplares de esta planta.
El origen de la lila común se remonta a las regiones históricas de Persia y Turquía, donde creció de forma silvestre antes de ser apreciada y cultivada por sus cualidades ornamentales. Con el paso del tiempo, su cultivo se extendió por toda Europa y América, adaptándose con éxito a climas templados. Esta expansión ha sido impulsada en gran medida por la belleza y el aroma característico de sus flores, cuyo delicado color lila ha capturado la atención de amantes de la jardinería y botánicos por igual.
Además, la lila común (Syringa vulgaris) no solo destaca por su atractivo estético, sino también por su resistencia y facilidad de cultivo, lo que la convierte en una opción popular para adornar parques, jardines privados y espacios públicos. Su floración, que generalmente ocurre en primavera, es un evento esperado que aporta color y fragancia a los entornos donde se encuentra.
Usos comunes de la lila común
La lila común es ampliamente reconocida no solo por sus atractivas flores de color lila, que en ocasiones pueden ser blancas, sino también por sus múltiples usos que la han convertido en una planta muy valorada. Su popularidad ha ido en aumento debido a las diversas aplicaciones que se le dan, especialmente en el ámbito ornamental y aromático.
Principalmente, la lila común es muy apreciada en jardinería por su capacidad para transformar espacios exteriores. Su presencia aporta una decoración elegante que combina sencillez y armonía, creando ambientes tranquilos y bien estructurados. Su follaje y flores densas permiten diseñar setos naturales que sirven como barreras visuales o para delimitar áreas dentro del jardín.
Además de su valor estético, la lila común destaca por su agradable fragancia, que perfuma el entorno y contribuye a una atmósfera relajante. Esta característica convierte a la planta en una elección frecuente para jardines residenciales y parques públicos, donde el aroma actúa como un componente sensorial que mejora la experiencia del espacio verde.
Por estas razones, la lila común es comercializada ampliamente como planta ornamental y aromática. Muchos jardineros y aficionados la prefieren no solo por su belleza y aroma, sino también por su resistencia y facilidad de cultivo en climas templados. Su mantenimiento relativamente sencillo y su capacidad para atraer polinizadores como abejas y mariposas la convierten en una opción ecológica y decorativa.
En resumen, la lila común cumple un papel doble en el jardín: como elemento estético que embellece el paisaje y como fuente de fragancia natural que aporta frescura y vitalidad al entorno, razones por las que su demanda continúa creciendo en el mercado de plantas.
Propiedades medicinales y usos terapéuticos
Más allá de la belleza que aporta la flor de la lila común y de su valor ornamental en jardines y espacios interiores, esta planta posee propiedades medicinales que han sido aprovechadas tradicionalmente en diversas culturas. Su uso cotidiano no solo responde a su atractivo estético, sino también a sus beneficios para la salud.
La corteza de la lila común es especialmente valorada por sus propiedades digestivas. Se emplea para mejorar la digestión y aliviar problemas gastrointestinales, facilitando el tránsito intestinal y promoviendo la regularidad en la evacuación. Gracias a estas características, es común que se utilice como remedio natural para combatir el estreñimiento y las molestias estomacales.
Además, muchas personas consumen infusiones o preparaciones a base de lila común como aperitivo, incluso sin padecer trastornos digestivos, debido a su capacidad para estimular el apetito y preparar el organismo para una mejor asimilación de los alimentos. De esta forma, la planta ofrece un doble beneficio, combinando efectos digestivos con propiedades aperitivas.
Es importante destacar que, aunque la lila común es reconocida por sus usos tradicionales, siempre se recomienda consultar con un profesional de la salud antes de iniciar cualquier tratamiento a base de plantas medicinales, para asegurar su seguridad y eficacia en cada caso particular.