Envuelta en una brillante cáscara amarilla, púrpura o naranja, se forma la dulce pulpa del caqui, una fruta tropical que se originó en Asia en el siglo VIII, y se cultiva en Estados Unidos, India, Japón, Brasil, Italia, Israel, España y China. En este último país, existen cerca de 800 variedades.
El más popular, es el caqui de China, que mide de 3 a 9 centímetros, y pesa de 80 a 250 gramos. Se consume fresco o procesado, y destaca por su jugosidad y dulzor. Le siguen el caqui de Japón, que se siembra en Italia y en el Lejano Oriente, y el caqui americano o caqui de Virginia, que se obtiene de los árboles silvestres.
Generalidades y características del Caqui
El caqui pertenece a la familia Ebenaceae, y su denominación científica es Diospyros, que en griego significa “Fuego divino”.
Conocido también como palosanto o caquilero, se desarrolla en regiones de clima fresco, o con una temperatura no menor a los 5 grados bajo cero.
El fruto es una baya ovalada, con una textura gelatinosa en su interior, y lisa en el exterior. Los hay con y sin semilla, aunque los primeros son más grandes y sabrosos. Provienen de árboles polinizados, con reducida proporción de taninos, por lo que son menos amargos y astringentes.
Los caquis sin semilla se dan en matas de las que solo brotan flores femeninas, y deben ser sometidos a procesos de eliminación de astringentes para poder ser consumidos.
El árbol del caqui
Por su carácter dioico, es posible conseguir caquis solo con flores masculinas de color rosa, que aparecen en grupos de tres, o femeninas de tono amarillo, que crecen solitarias bajo las axilas de las hojas. Sin embargo, la mayoría de las plantaciones son hermafroditas, y se polinizan por acción de las abejas y otros insectos.
Su follaje es tan bonito, que se emplea para fines ornamentales. Adopta una tonalidad rojiza que contrasta con el marrón de la dura y pesada madera, muy útil en carpintería.
Su altura es otro atractivo, ya que puede alcanzar los 17 metros, con una frondosa copa de 5 o 6 metros diámetro.
La hoja es caduca, por lo que pierde su verdor en el otoño, para luego morir y caer. Mientras permanece viva se le ve vibrante, alterna, oval y firme, con una longitud de 13 a 15 centímetros.
Sobre su cultivo
Los suelos fértiles, profundos y con buen drenaje son apreciados por el caqui. La reproducción suele hacerse por semillas, y fructifican a los 3 o 4 años de haberse sembrado.
Al momento de plantarlo, se debe dejar entre 5 y 6 metros de distancia entre cada árbol. Lo ideal es verter las semillas en la tierra antes de que sequen, y a partir de allí garantizar la luz, el riego continuo, principalmente en verano, el abono con productos orgánicos, y la poda para protegerlo del viento. La multiplicación, se puede hacer por acodo o injerto.
Una peculiaridad del caqui es que no se puede ingerir tras la cosecha, pues debe ser expuesto a varias técnicas de sobremaduración para eliminar la espereza, incluso hay variedades que deben untarse con químicos especiales y/o bebidas alcohólicas, para reducir su astringente.
Beneficios y propiedades del caqui
Su alta composición de vitaminas A, C, B1 y B2; así como de fósforo, magnesio, hierro, calcio y potasio, hacen del caqui un alimento beneficioso para la salud. Se recomienda su consumo a niños, deportistas, mujeres embarazadas y adultos mayores.
Tiende incluirse en la dieta de personas que requieran disminuir la proporción de grasa en su organismo, que arrojen deficiencia de vitamina A, o padezcan de estrés, cáncer, alcoholismo, tabaquismo, sida o afecciones inflamatorias severas.
Como muchas otras frutas ricas en vitamina C, el caqui ayuda a reducir los riesgos de patologías cardiovasculares y degenerativas. La pectina que contiene, lo convierte en un remedio natural contra el estreñimiento, y su bajo índice de sodio, compensa a pacientes con hipertensión arterial.
Asimismo, el caqui favorece la formación de colágeno, huesos, dientes y glóbulos rojos, así como la absorción de hierro.
Cuida la vista, la piel, el cabello, las mucosas y el sistema inmunológico, y aporta potasio que interviene en la transmisión y generación del impulso nervioso, la actividad muscular y el equilibrio de agua en las células.
Pese a todo ello, su ingesta no es apta para diabéticos ni diagnosticados con insuficiencia renal.
Usos
Lo común es que el caqui se ingiera fresco, pero también es muy empleado en la repostería. Tortas, mermeladas, bebidas, cremas, galletas, compotas, gelatinas, bizcochos, pudines y otras tantas preparaciones adquieren un sabor único con el zumo y dulzor de esta fruta.
Hay quien la usa para elaborar ensaladas, sopas, purés y salsas. Combina con requesón, yogur y nata. Si se corta en lonjas, puede ser un gran ingrediente para carpaccios, y en culis-con especias y vainilla-, potencia las carnes blancas y los fiambres.
En Japón y Estados Unidos, acostumbran dejarlo desecar y espolvorearlo con azúcar, mientras que en China es un arte la elaboración de sushi envuelto en pétalos de caqui.
Las hojas, cuando se secan, se hierven para tratar la náusea y el vómito, mientras que la pulpa se aprovecha para crear mascarillas, ungüentos y tónicos con propiedades rejuvenecedoras, por su potente acción antioxidante.
Su madera, en tanto, es apreciada por quienes trabajan la talla, principalmente en las naciones del Oriente.
Elección y conservación del Caqui
El caqui debe degustarse cuando esté blando y pulposo, con la piel casi trasparente. Pudiera parecer que está podrido, pero no es así. Realmente es el instante ideal para comerlo en trozos o con cucharilla, porque es cuando más dulce y jugoso está.
Si se compra verdoso, se puede dejar madurar a temperatura ambiente, o introducido en una bolsa de papel, acompañado de otras frutas como manzana.
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