El álamo, también conocido como chopo, es un árbol caducifolio que puede alcanzar grandes alturas. Estas especies pertenecen al género Populus, de la familia de las Salicáceas. Son árboles originarios de Europa, Asia y norte de África, aunque en la actualidad pueden encontrarse ejemplares allí donde el clima les es favorable. Sus grandes hojas ofrecen un espectáculo visual llamativo en el otoño, antes de perder su follaje, porque adquieren un color dorado intenso. El álamo es apreciado por su madera y porque se le reconocen algunas propiedades medicinales. En algunas regiones su cultivo está extendido para su aprovechamiento.
Características del álamo
Los ejemplares del género Populus cuentan con un tronco corpulento y majestuoso. Su rápido crecimiento lo convierte en una planta que puede alcanzar los 30 metros de altura y hasta 1 metro de diámetro en el tronco. Está recubierto por una corteza blanquecina, más oscura en su base y presenta unas manchas negruzcas que dan cuenta de antiguas ramas. En la base del tronco se destaca un sistema de raíces importantes, donde las principales pueden llegar a sobresalir del suelo. Las secundarias son largas y extendidas.
La copa del álamo es frondosa, ancha y muy irregular. De ella se desprenden ramas que contienen hojas caducas. Son simples y alternas y su forma es palmeada y lobular con los bordes marcadamente dentados. Durante el otoño las hojas, antes de caer, adquieren una tonalidad amarillenta, casi dorada que le da al álamo una belleza particular.
Son árboles dioicos, es decir que existen ejemplares con flores masculinas y otros con flores femeninas. Las flores masculinas son grandes y de una coloración rojiza. Se presentan en amentos colgantes. Por su parte, las femeninas son de color amarillo verdoso. Los álamos florecen antes que comiencen a aparecer las hojas.
Los frutos se presentan en cápsulas de tipo bivalva, de forma ovoide. Sus semillas cuentan con un penacho de pelos suaves, que les permite desplazarse por la acción del viento.
Usos que se le da al álamo
La madera de estos árboles es ligera, de secado rápido y fibrosa. Su cultivo está vinculado con la obtención de pasta de celulosa para la elaboración de papel. También, por las características propias de la madera, se la utiliza para la confección de cajas de madera para embalaje.
Su rápido crecimiento permite que sea usado en algunas regiones como árbol cortavientos.
La pasta de celulosa obtenida a partir de la madera del álamo es rica en azúcares. Recientes estudios están avanzando sobre su aprovechamiento para la elaboración de etanol, para biocombustibles.
Por su gran tamaño y por la importante sombra que puede ofrecer, se utiliza el álamo como árbol ornamental en parques, avenidas y paseos. Su uso en jardines requiere de una importante cantidad de suelo, ya que el álamo es una especie que extiende sus dominios de manera muy amplia.
Su uso ornamenta debe estar acompañado de la precaución de plantarlos alejados de construcciones ya que su sistema de raíces puede levantar el suelo y dañar muros.
Cultivo del álamo
Estos árboles requieren un clima templado o templado frío para su desarrollo. El suelo debe ser húmedo, profundo, rico en materia orgánica y, sobre todo, bien drenado. Sus importantes raíces les permiten a estos ejemplares, soportar temporadas de sequías.
El álamo necesita de la luz solar plena para su crecimiento, que es bastante rápido, aunque la vida de estos árboles de gran porte, no suelen superar los 60 años.
La multiplicación de los álamos puede hacerse durante el invierno por medio de esquejes. Pero allí donde encuentra condiciones de suelos húmedos, puede mostrar una gran capacidad de auto reproducirse a partir de sus semillas, que germinan con mucha facilidad.
Propiedades medicinales del álamo
Sus propiedades, beneficiosas para la salud, son reconocidas desde hace miles de años. Ya en los antiguos tratados de medicina griega, se hacía mención a las propiedades curativas del álamo, al que se le adjudicaba su capacidad para combatir la gota. Más acá en el tiempo, en el siglo XVII, cada una de las partes del árbol podían combatir distintas dolencias.
Las yemas del álamo, antes que se conviertan en hojas, son ricas en salicina. El hígado tiene la capacidad de transformar estas salicinas en ácido salicílico, que es un potente analgésico, otorga mayor fluidez a la sangre, es antipirético y antiinflamatorio.
Los preparados, a partir de las yemas del álamo, son utilizados para combatir los dolores provocados por reumatismo.
Por su parte, la corteza de estos árboles es ricas en manitol, que posee excelentes propiedades diuréticas. Las infusiones a base de corteza de álamo se utilizan para la eliminación de líquidos retenidos en las articulaciones.
Las propiedades combinadas de las salicinas con el manitol sirven para combatir los procesos de infecciones renales.