Al Acer palmatum se le conoce popularmente como arce japonés palmeado o arce polimorfo oiroha kaede, en japonés. Pertenece al grupo de plantas caducifolias, que pierden las hojas durante una época del año, ya sea en las cálidas o frías. Es nativa del país nipón, pero también se puede encontrar en China o Corea del Sur. Se da muy bien en áreas sombreadas, y suele alcanzar los 10 metros de altura.
Etimología
La palabra latina Acer significa “afilado”, y hace referencia a la apariencia de las hojas que embellecen al ejemplar. Según reza una creencia popular, antiguamente se usaba su tronco para la fabricación de lanzas.
El término palmatum, por su parte, evoca a su apariencia similar a la de una palmera.
Origen y variedades del Acer palmatum
La familia Aceráceas, a la que pertenece el Acer palmatum, está constituida por unas 100 variedades originarias de la zona oriental de Asia. La mayoría florece en suelos chinos y nipones, y otras pocas crecen en ciertas regiones de Estados Unidos y Europa.
Pensar en Aceráceas es pensar en el otoño, cuando sus disámaras (frutos de dos alas) rivalizan con la belleza de sus flores.
Los ambientes húmedos y frescos favorecen su desarrollo, así como la protección contra las ventiscas.
Los conocedores lo describen como un arbusto angiosperma (el conjunto más predominante del reino vegetal), porque florece y da frutos por igual.
Entre las variedades emparentadas con el Acer palmatum destacan el Acer campestre, el Acer glabrum, el Acer japonicum, el Acer griseum, el Acer oblongum, el Acer circinatum y el Acer negundo, pero existen muchos más.
Características del Acer palmatum
Mientras está en crecimiento, el Acer palmatum toma una forma piramidal, pero se transforma en cúpula al llegar a la adultez.
Sus hojas palmeadas pueden tener desde 5 hasta 11 lóbulos delineados con precisión. Generalmente miden 4cm de largo por 12 de ancho. Cambian de color conforme a la estación del año. Van del verde esmeralda, pasando por el dorado, hasta alcanzar el rojo purpureo. Esta última tonalidad es propia del otoño, su época de mayor resplandor.
Sus flores se distinguen por sus cinco sépalos rojos o purpúreos y sus cinco pétalos níveos. Los frutos del Acer palmatum son sámaras, con un ala aplanada de tejido fibroso. Crecen con una separación de tres centímetros, y poseen unas semillas que miden cerca de 8 milímetros. Entre abril y mayo es cuando se da la producción.
A este arbusto se le puede encontrar en áreas cálidas y ladeadas, en medio de las montañas. Su tronco crece hasta ostentar un grosor de 60 centímetros.
La madera de los ejemplares nuevos se reconoce por su superficie verdosa y tersa. En la adultez adopta un tono grisáceo y se agrieta de manera vertical
Cuidados del Acer palmatum
El Acer palmatum requiere de una tierra fresca y arenisca, carente de caliza. Le favorece un suelo profundo y bien drenado. Su exposición al sol debe ser moderada, para que no se estropeen sus hojas.
Amerita abundante riego, así como humedad ambiental. Durante el invierno se le debe proteger de las temperaturas inferiores a 10 grados centígrados.
De vez en cuando se debe podar, para eliminar ramas muertas y darle una forma hermosa, que llame la atención.
Se recomienda trasplantarlo cada dos años durante la primavera, antes de que florezca. Otra opción es hacerlo en la época otoñal, luego de que caigan sus hojas. El procedimiento debe hacerse a partir de los 36 meses, cuando haya alcanzado su fase adulta.
La multiplicación puede hacerse por semillas, pero el individuo obtenido será diferente al arbusto matriz. Basta con sumergirlas en agua a una temperatura de 43 grados y dejarla así por 48 horas, para luego introducirlas en un matero hasta que germine. Sucedido esto, se puede pasar al suelo fijo, con los cuidados y atenciones del caso. El riego inmediato no es apropiado, pues debilita un poco sus raíces.
Para conservar los rasgos del Acer palmatum, lo mejor es que la reproducción sea por separación.
Usos del Acer palmatum
Es posible poner la esencia y hermosura del Acer palmatum en bandeja. De hecho, es habitual encontrarla así, porque es una de las variedades más empleadas en el arte del bonsái.
Esta rama de la jardinería es originaria de los templos taoístas chinos, donde se creía que a través de ella se podría vincular a la tierra con el cielo. Su simbología es bastante poética, pues evoca la eternidad. Fue introducida 800 años atrás a Japón.
Muchos ejemplares de Acer palmatum embellecen espacios dentro de pequeños recipientes. El vocablo “bon” se refiere a la bandeja, mientras que “sái” habla de la naturaleza. A los arbustos cultivados mediante este arte se les cuida para que se mantengan pequeños.
El crecimiento pausado de la planta lo hace idóneo para los aficionados a esta disciplina. Sin embargo, es importante hacer frecuente el hierro para darle humedad a la tierra.
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